Centro Regional Apartadó
¡Somos Universidad!
Medellín, noviembre 16 de 2016
Estimados estudiantes:
El pasado 10 de noviembre de 2016 mediante resolución 21211 del Ministerio de Educación Nacional recibía la grata noticia del Reconocimiento oficial como Universidad, acto administrativo que tanto a mí como a todos quienes participamos de este carisma amigoniano debe llenarnos de profunda emoción y alegría por el éxito, pero sobre todo por la satisfacción del deber cumplido.
Fueron varios años de esfuerzo abnegado y comprometido en los cuales cada uno de los servidores que componemos esta bella obra pastoral de los Terciarios Capuchinos, dimos lo mejor de nosotros mismos y hoy con este reconocimiento oficial como Universidad, evidencio nuevamente que cuando se trabaja juntos, que cuando cada uno renuncia a su propio interés, es cuando se alcanzan los más altos y nobles ideales.
Durante 32 años fuimos reconocidos en el ámbito de la educación superior en Colombia como una Institución Universitaria y justo un día después del acto fundacional (9 de noviembre de 1984), recibimos el reconocimiento oficial y el cambio de carácter académico, identificándonos en adelante como Universidad Católica Luis Amigó, carácter que nos abre a nuevos retos y horizontes y ante los cuales siempre daremos respuesta desde la novedad que el Espíritu del Señor infunde en nuestros corazones.
Fue un proceso de transformación y cambio institucional que nos permitió reconocer tanto las debilidades, como las oportunidades, las fortalezas y las amenazas e implementar y emprender todas las estrategias y acciones para llegar a ser lo que hoy luego de 32 años de existencia como Institución universitaria hemos alcanzado: Ser una de las mejores ofertas educativas de la Región y del País, una Institución reconocida por su aporte en la formación integral y en la pertinencia social, con un alto contenido y capacidad de innovación y de gestión en la solución a las problemáticas que afectan la calidad de vida de la población en general. Una obra educativa permeada por la gracia del carisma amigoniano y con nítida conciencia de su aporte a la construcción de una nueva humanidad, regida por los principios evangélicos de la fraternidad, la solidaridad y el servicio.
Hoy tres años y medio después de radicado el proceso ante el Ministerio de Educación Nacional, recibimos esta noticia como un regalo del Buen Dios y del Padre Luis Amigó, sea también la oportunidad para agradecerle a ellos y a todos los que han puesto de su parte para el desarrollo y consolidación de esta obra pastoral de la Congregación, en el ámbito de la educación Superior.
Ser Universidad
Nos plantea nuevos retos en el ámbito de la docencia, la investigación, la extensión, la internacionalización y el bienestar, retos que nos exigen continuar siendo activos y creativos sin perder la esencia de nuestro carácter como Universidad Católica y Amigoniana.
Como estudiantes en formación tengan la absoluta certeza que este cambio de carácter no es otra cosa que nuestro ineludible compromiso con el mejoramiento continuo de la calidad y buscar cada vez un mayor reconocimiento e impacto social de nuestra propuesta educativa de educación superior y que cuando cada uno de nuestros graduados presente su título como profesional amigoniano, sea reconocido social y laboralmente tanto por su formación socio humanística y cristiana, como por sus competencias académicas y disciplinares. Un profesional que no se contenta simplemente con buscar y conseguir trabajo, sino que hace de su ejercicio laboral y profesional un modo concreto para aportar en la construcción de una sociedad más justa, libre, pacífica, fraterna y tolerante.
De nuevo mis agradecimientos por elegir la Universidad Católica Luis Amigó, como el ámbito educativo para su formación profesional y tengan siempre claro, que nuestra razón de ser son cada uno de ustedes y a través de ustedes solo pretendemos crear las condiciones para el surgimiento de lo que bellamente el Papa Pablo VI denominó: “la civilización del amor”, que no es otra cosa que una comunidad humana en donde cada ser humano pueda alcanzar a plenitud su desarrollo y realización personal, y esto solo es posible, cuando abrimos espacio a Dios en nuestra vida personal y en las estructuras e interrelaciones sociales.
Fraternalmente,
Padre José Wílmar Sánchez Duque
Rector General