Formación integral de los estudiantes. Comprende la formación y desarrollo de las distintas dimensiones del ser humano: corporal, cognitiva, comunicativa, ética, espiritual y política. Desde esta perspectiva tiene en cuenta valores, actitudes, emociones, habilidades, conocimientos y destrezas, que abarcan la atención a necesidades, intereses y expectativas de los seres humanos en comunidad, en contextos socioculturales específicos.

El profesional del Derecho como ser autónomo. En la medida que es un profesional caracterizado por la responsabilidad, la puntualidad, el compromiso y la disciplina.

Ser productivo con capacidad hermenéutica. Con capacidad interpretativa tanto de las normas jurídicas como de la realidad social compleja a la que se dirige su función profesional, en la cual se despliega la capacidad argumentativa, integradora e investigativa de un perfil integral.

Sentido crítico y reflexivo. En la medida que no contempla restricciones ni obstáculos frente a realidades problematizadoras, donde la norma siendo instrumento central para el desempeño de la labor profesional, no se limita a ser la única herramienta para la elaboración y consolidación de propuestas y estrategias de solución de conflictos.

Construcción del conocimiento en forma dialógica y participativa. Involucra la permanente capacidad de indagación y proyección de nuevas propuestas que dinamicen el conocimiento jurídico en un escenario de múltiples interacciones donde se aborde el Derecho en sus diversos alcances.

Contextualización socio-económica y cultural. Comprende la lectura permanente de los cambios propios de la conducta individual y colectiva como objeto propio del Derecho como ciencia social aplicada.